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Turritopsis dohrnii, la medusa inmortal que se regenera una y otra vez
La Turritopsis dohrnii es una medusa aparentemente indistinguible de otras especies para el ojo no entrado, pero tiene una importante peculiaridad: se la apoda la medusa inmortal… y por buenas razones. A diferencia de la inmensa mayoría de los animales, seres humanos incluidos, esta medusa no puede morir de vejez.
El ciclo de vida de la Turritopsis dohrnii comienza de forma normal para estos animales: la larva flota en el mar durante un tiempo hasta que finalmente se adhiere al fondo marino, brota y empieza a clonarse a sí misma para formar una colonia.
Cuando la colonia llega a su madurez, empieza a producir medusas adultas. Y es aquí cuando la Turritopsis dohrnii exhibe su cualidad más sorprendente, ya que si la colonia tiene algún problema, puede volver a convertirse en pólipo en unos pocos días y vagar de nuevo por el fondo del mar para más adelante comenzar de nuevo el ciclo.

Este extraordinario proceso de rejuvenecimiento se descubrió en un laboratorio a finales de los años 80, pero no ha sido hasta este año cuando hemos podido comprenderlo a fondo.
La medusa Turritopsis dohrnii posee unas sorprendentes capacidades de regeneración que la convierten en inmortal, o, más bien, en amortal. Un equipo de científicos españoles ha descifrado su genoma.
Ha sido gracias al trabajo de un grupo de investigadores españoles de la Universidad de Oviedo, que han conseguido descifrar el genoma de la medusa inmortal y, comparándolo con el de otra medusa similar pero sin las mismas capacidades, aislar los genes que la hacen tan especial. Esperan así avanzar hacia una mayor comprensión acerca de cómo funciona la regeneración celular.
La investigación cuenta con la colaboración del Instituto Universitario de Oncología del Principado de Asturias (IUOPA), del Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA) y del Observatorio Marino de Asturias (OMA).

Inmortalidad y amortalidad: ¿cuál es la diferencia?
En este punto se hace necesario realizar un inciso: pese a su apodo, esta medusa no es realmente inmortal, ya que puede morir por los daños producidos en su cuerpo, como cualquier otro animal. La acción de un depredador o cualquier otra situación similar acabaría con la Turritopsis dohrnii.
La inmortalidad no existe en el reino animal. Deberíamos hablar, más correctamente, de amortalidad: la incapacidad de morir debido a la degeneración física producida por el envejecimiento.
La inmortalidad no existe en el reino animal. Debemos hablar más de amortalidad, es decir, de seres invulnerables al paso del tiempo, pero que pueden morir por acciones violentas, accidentes, etc.

Así pues, en realidad habría que referirse a la Turritopsis dohrnii como la medusa amortal.
Cabe mencionar que esta medusa no es el único animal amortal. Existen otras especies que comparten esta envidiable cualidad, como la hidra y, según se cree en la actualidad, ciertas especies de peces y tortugas. Los científicos emplean el concepto senescencia insignificante para referirse a los animales que aparentemente no muestran señales de envejecimiento por mucho que pase el tiempo.

La medusa inmortal y las claves de nuestro propio envejecimiento
El equipo que ha profundizado en el ADN de la medusa inmortal espera que los resultados que han obtenido sirvan como base para futuros estudios sobre el proceso de envejecimiento de los seres humanos y las enfermedades comúnmente asociadas a él.
¿Llegaremos a ver un futuro sin vejez humana? Es difícil de decir, y los propios científicos advierten de que la biología de una medusa y la de un ser humano son radicalmente diferentes.
No obstante, sí que parece posible -y ese es el objetivo más cercano- retrasar la aparición de muchas enfermedades y dolencias (patologías cardiovasculares, enfermedades neurodegenerativas, cáncer, etc.) que en la actualidad tienen un gran coste humano, económico y social.
Fuente: National Geographic.
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