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Los expertos alertan de la vuelta de la plaga de procesionaria a las ciudades españolas
La plaga de la procesionaria, la oruga thaumetopoea pityocampa, vuelve con fuerza a las ciudades y de nuevo pone en riesgo tanto las personas como, especialmente, a las mascotas más curiosas. Y es que, tal y como te contamos en nuestro artículo sobre la oruga procesionaria y los perros, estos insectos suponen un peligro que no debe tomarse a la ligera.
La causa del regreso de la plaga de procesionaria a las ciudades es fundamentalmente la combinación entre las altas temperaturas de estos meses, inusuales para esta época del año, y la escasez de lluvias. En definitiva, el cambio climático, que adelanta la bajada de estos insectos de sus nidos y su marcha en procesión por campos y parques.
Ante esta situación, que se recoge en una reciente noticia de Animal’s Health, la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) ha pedido que se lleven a cabo nuevas campañas de control y prevención para reducir el riesgo que implica esta plaga.

“Basta con rozar uno de sus pelos”
Tal y como cuenta Jorge Galván, director general de ANECPLA, uno de los problemas de esta plaga es que “ni siquiera es necesario el contacto directo con las orugas”.
En efecto, basta con rozar uno de sus pelos (llamados tricomas, de los que cada oruga tiene unos 600.000) para sufrir irritaciones, alergias y, si alcanzan los ojos, diversos problemas oculares.
Basta con tocar solo uno de pelos de estas orugas para sufrir irritación, alergia, inflamación y otros problemas que pueden ser graves. Son especialmente peligrosas para niños y perros.
Y es que el inocente aspecto de estas orugas no debe llevarnos a engaño: cada uno de los pelos que las recubren, que constituyen su principal método de defensa, es en realidad una aguja envenenada bañada en una toxina llamada thaumatopina.
Las orugas procesionarias normalmente se encuentran en zonas boscosas, pero no es raro que aparezcan también en grandes parques y jardines urbanos. Y de hecho, como estás viendo, su presencia en las ciudades es cada vez más habitual debido a las condiciones climatológicas favorables.

Los perros pueden llegar a morir por el contacto con una oruga procesionaria
Pese a sus escasos 4 cm de longitud, la oruga procesionaria puede causar graves daños. Es especialmente peligrosa para los niños pequeños y las mascotas, en concreto los perros. Unos y otros pueden acercarse a la oruga por curiosidad y cogerla para jugar con ella e incluso llevársela a la boca.
De hecho, como las púas de la oruga se pegan al pelo, no es raro que los perros, al lamerse para aliviarse la molestia, se traguen algunas. Eso puede provocarles problemas tan serios como una necrosis de lengua y garganta.
No es raro que los perros rocen a una procesionaria y después se traguen sin querer los pelos al lamerse la zona afectada para aliviarse el dolor.

Te recordamos que si en algún momento tu perro entra en contacto con una oruga procesionaria será imprescindible que lo lleves a un veterinario de urgencia.
Y entre las medidas de primeros auxilios que deberías seguir están la siguientes
- Si el perro se ha intentado comerse la oruga, sácasela de la boca. Si ya se la ha tragado, intenta provocarle el vómito (aquí tienes un artículo sobre cómo hacer que vomite un perro).
- Retira con mucho cuidado los pelos de procesionaria que hayan podido quedarse adheridos. Utiliza guantes y mascarilla.
- Lava la zona afectada con suero fisiológico o agua fresca y limpia.
- Evita que el perro se lama la zona afectada para que no se trague ningún pelo.
- No presiones, frotes ni toques la piel inflamada.
Fuente: Animal’s Health.
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- Diferencias entre los amantes de los perros y los de los gatos.