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Curiosidades sobre los gatos, la mejor forma de conocer más a tu felino
Las curiosidades sobre los gatos siempre nos gustan, ya que son una forma perfecta de conocer mejor a nuestros amigos felinos y averiguar todo tipo de detalles sorprendentes sobre su fisiología y comportamiento.
Y es que los gatos llevan mucho tiempo conviviendo con nosotros (aunque más adelante te contaremos que en realidad no es tanto tiempo), pero todavía nos parecen fascinantes y los vemos como animales más particulares que, por ejemplo, los perros.
No cabe duda de que, como mascotas, los gatos son únicos.
Si tú también eres un amante de los felinos, ¡sigue leyendo! En este artículo te contamos 10 curiosidades sobre los gatos que seguramente no conocías. Van a hacer que no puedas mirar a tu peludo de la misma forma…
Porque, en efecto, los gatos son fascinantes. ¡Aquí tienes las pruebas! 😉

10 curiosidades sobre los gatos que te harán mirar a tu felino de forma muy diferente
Estas curiosidades sobre los gatos de la que vamos a hablarte te harán descubrir detalles que creemos que te resultarán realmente interesantes sobre sus cuerpos -que son muy diferentes de los nuestros- y su forma de comportarse.
¡Ah! Y por supuesto, si tú conoces otras curiosidades que te gustaría compartir, no te olvides de contárnoslas en los comentarios ☺
Por cierto: si lo tuyo son los perros, pásate por este otro post de curiosidades sobre los perros. Estamos seguros de que te va a gustar.

Los gatos nunca maúllan a otros gatos, solo a las personas
Este primer dato curioso sobre los gatos es algo de lo que quizás nunca te habías dado cuenta: los gatos no se maúllan entre ellos
El maullido es una forma de comunicación (igual que los bigotes, la cola o el pelo del gato cuando se eriza), eso está claro, y los gatitos suelen emplearlo a menudo para a su madre y pedir comida, calor o atención. Sin embargo, pierden la costumbre de vocalizar cuando empiezan a madurar.
Los gatos salvajes adultos rara vez maúllan, pero todos sabemos que los gatos domésticos lo hacen a menudo durante toda su vida. Sí, algunos gatos son más maulladores que otros, pero en general todos vocalizan cuando están con sus dueños humanos.
Esa es la clave: no se maúllan entre sí, nos maúllan a nosotros. Pero ¿por qué?
Los gatos dejan de maullarse entre ellos cuando maduran. Pero los gatos domésticos maúllan a sus dueños durante toda su vida.

Se suele considerar que los gatos experimentan con las personas una especie de prolongación de su etapa de cachorros. En ella el dueño, tú, hace un papel equivalente al de la madre.
Ese hecho, unido a que al convivir con nosotros los felinos han aprendido que les hacemos caso cuando maúllan o ronronean, es lo que hace que sigan maullándonos cuando necesitan algo.
Dicho de otra forma: maullarle a otro gato no sirve de nada, pero maullarle a un ser humano es una estrategia efectiva para obtener lo que quieren. Si tienes dos gatos en casa, fíjate y lo comprobarás.
En cuanto a qué es lo que quiere un gato cuando maúlla, la respuesta es que… depende, porque puede haber muchos motivos diferentes.
Atiende a tu amigo peludo, observa el contexto y entenderás lo que intenta decirte.

Los gatos no siempre caen sobre sus pies (pero casi)
La idea de que los gatos siempre caen de pie es muy recurrente, pero ¿qué hay de cierto en ella?
La verdad es que no, los gatos no siempre caen de pie. Pero sí es cierto que lo hacen muy, muy a menudo, y desde luego con mayor facilidad de lo que lo haríamos nosotros. La clave es el conocido como reflejo de enderezamiento.
Este reflejo permite a los gatos ajustar la posición de su cuerpo según la dirección de caída. ¿Quieres saber cómo funciona?

La clave de la asombrosa agilidad de los gatos para recolocar su cuerpo durante una caída es lo que se conoce como «reflejo de enderezamiento».
Cuando el animal empieza a caer, el oído interno identifica la dirección de caída y la posición de la cabeza en relación a ella y se lo comunica al cerebro. En ese momento, el cuerpo del gato rota, las patas se extienden y la columna se arquea. Todo esto sucede en pocos instantes.
De esta manera, el gato logra caer de pie y con el cuerpo preparado para absorber tanta energía del impacto como sea posible. Al mismo tiempo, se protegen la columna y la cabeza.
Por supuesto, hay circunstancias que pueden hacer que el reflejo de enderezamiento no funcione. Por ejemplo, los gatos menos hábiles, de edad avanzada o con problemas de oído podrían reaccionar con mayor lentitud o no girar bien el cuerpo.
Por cierto, hablando de mitos sobre los gatos: ¿sabes si realmente existen o no los gatos con síndrome de Down? 🤔

El pene de los gatos tiene pinchos (como lo oyes)
El pene de los gatos es una de las partes más extrañas de su anatomía, y el principal motivo es que el glande está recubierto de unas espinas de queratina (hasta 200) llamadas espículas.
Estas espinas están orientadas hacia atrás, por lo que la penetración en sí no es dolorosa para la hembra, pero comúnmente se suele considerar que la retirada del pene sí lo es (aunque no está del todo claro).
Durante el coito, las espículas cumplen varias funciones: limpian el conducto del semen de anteriores machos (algo útil teniendo en cuenta que las hembras se aparean con frecuencia durante el celo), estimulan al macho para una eyaculación más rápida y mantienen a la hembra “enganchada” hasta el final.
Las espinas del pene de los gatos tienen muchas funciones útiles, aunque se cree que hacen que la cópula sea dolorosa para la hembra.
Además, el raspado de las paredes de la vagina estimula la ovulación de la hembra, con mayor efectividad cuantas más veces se repita el coito.
Por cierto: muchos mamíferos, entre ellos simios como los chimpancés, también poseen espículas. Y todo parece indicar que los antepasados de los seres humanos las tuvieron, hace millones de años.
(Si tu gata ha estado en celo y con un macho recientemente, quizás te interese nuestro artículo sobre cómo saber si una gata está embarazada).

Los gatos pueden saltar cinco veces su propia altura
Los gatos no pueden competir con los atletas humanos, y menos mal, porque tendrían las de ganar en ciertas disciplinas. Por ejemplo: de media, los gatos pueden saltar ¡hasta cinco veces su propia altura!
En un humano de 1,70 m, eso equivaldría a un salto de 8,5 m. Sin coger carrerilla y sin ninguna ayuda. ¿Puedes imaginártelo?
Esta es una de las curiosidades sobre los gatos más sorprendentes, pero se comprende mejor cuando se observa el equipamiento que traen de serie.
Para empezar, las patas traseras del gato pueden ejercer una gran fuerza muscular en relación con el tamaño del animal, lo que crea un efecto similar al de un resorte al liberarse.
Esto se combina con un esqueleto ligero y un cerebelo muy desarrollado para realizar movimientos rápidos y precisos.
Muy relacionada con las capacidades de salto de los gatos está una de las partes más curiosas de su anatomía: la bolsa primordial de los gatos.

Los gatos no pueden saborear el dulce
Tu gato, como todos los felinos (tigres, leopardos, etc.), tiene una curiosa limitación en sus papilas gustativas: no puede sentir el sabor dulce. Carece de los receptores que detectan el azúcar.
A día de hoy, aún no está claro si los gatos se especializaron como carnívoros en parte por no poder experimentar sabores dulces o si fue esa especialización la que hizo innecesario que pudieran saborearlos.
En cualquier caso, tu gato permanecerá impasible ante cualquier oferta de alimentos dulces, y es sencillamente porque no le saben a nada. La excepción, eso sí, serán todos los alimentos que además de azúcar contengan grasa.

Los bigotes del gato son como un radar biológico
Los bigotes de los gatos, las vibrisas, son mucho más que un adorno o un detalle curioso. De hecho, casi podríamos decir que les conceden superpoderes.
A diferencia de los pelos normales y corrientes, las vibrisas están repletas de nervios y cuentan con un receptor sensorial en la punta llamado propioceptor.
Los bigotes del gato, o vibrisas, ayudan al gato a moverse por su entorno de muchas formas diferencias. Nunca deben cortarse.
Las vibrisas son, sin duda, una de las mayores curiosidades sobre los gatos: ayudan a medir espacios cerrados antes de que el animal entre, dan pistas sobre el entorno en situaciones de baja visibilidad, captan vibraciones y cambios en la temperatura y los niveles de humedad del aire, contribuyen al reflejo de enderezamiento…
Los gatos mudan los bigotes de forma natural cada cierto tiempo, pero lo que nunca se debe hacer es cortárselos: al hacerlo, estarías limitando severamente la capacidad del gato para percibir su entorno e interactuar con él (te lo contamos en nuestro artículo sobre qué pasa si le cortas los bigotes a un gato).

Convivimos con los gatos desde hace más de 9.500 años (o sea: muy poco tiempo)
La prueba más antigua de convivencia entre gatos y humanos es de hace nada menos que 9.500 años: una tumba en Chipre en la que se encontró a una persona enterrada junto a un gato.
Parece mucho tiempo, pero no es tanto si piensas que los perros llevan a nuestro lado desde hace entre 15.000 y 30.000 años, según diferentes estudios.
Los perros llevan mucho tiempo siendo cruzados y seleccionados para potenciar ciertas características deseables -sociabilidad, atención, obediencia, etc.-, mientras que a los gatos los conocimos más recientemente y no los hemos modificado de forma tan intensiva.
El resultado es que los perros son muy diferentes de los lobos que fueron hace miles de años, pero los gatos son más o menos similares a como eran en estado salvaje. De todo esto te hablamos en nuestro artículo sobre el origen del gato.
Este hecho, unido a las características naturales de cada especie, es lo que hace que los perros se desvivan por complacernos, mientras que los gatos… bueno, más bien conviven amistosamente con nosotros. Aunque eso no significa que no nos quieran, algo que se demuestra, por ejemplo, cuando los gatos amasan (y si quieres ver ejemplos de gatos especialmente afectuosos, consulta nuestra lista de los gatos más cariñosos del mundo).
Por cierto: una de las primeras civilizaciones en apreciar a los gatos fue el antiguo Egipto. Si vas a adoptar un nuevo felino y quieres rendirles homenaje, quizás te interese nuestra selección de 200 nombres egipcios para gatos.

Tu gato tiene tres párpados
Puede que pienses: y ¿dónde está el tercero, que yo lo vea? 🤔
Está oculto (y eso es buena señal): el tercer párpado de los gatos, también llamado membrana nictitante, es una membrana semitransparente de color rosado que normalmente no se ve, pero que juega un papel importante a la hora de proteger los ojos del gato de suciedad, cuerpos extraños y microorganismos.
¿Por qué decimos que es buena señal que no se vea? Porque la posición normal de la membrana nictitante es entre el ojo y los párpados. Cuando el tercer párpado permanece visible, casi siempre es señal de que el gato tiene un problema de salud.
Si el tercer párpado de tu gato, la membrana nictitante, es visible, mala señal: suele indicar que sufre algún tipo de problema de salud.
Los ojos de los felinos esconden muchos más secretos interesantes. Te lo contamos en nuestro artículo sobre cómo ven los gatos.

No, los gatos no son animales nocturnos
Es muy habitual pensar que los gatos están más activos por la noche que por el día, pero lo cierto es que no son realmente animales nocturnos: son crepusculares. Sus horas de mayor actividad son el amanecer y el atardecer.
Los gatitos más jóvenes sí que se suelen mostrar más activos durante las horas de oscuridad, ya que es el momento en el que sus instintos de caza les dicen que hay más probabilidades de obtener una presa.
Los gatos realmente son animales crepusculares, aunque los cachorros sí que se muestran mucho más activos durante la noche.
Con el tiempo los gatos van adaptándose a los horarios de sus dueños, pero su naturaleza es la que es.
Por eso tu gato suele tener más ganas de jugar justo cuando tú empiezas a pensar en irte a la cama (y eso puede ser un problema si sueles dormir con él), o te despierta día sí, día también durante la clásica “hora feliz” felina de las 4-5 de la mañana.
No obstante, ten en cuenta que si tu gato se pasa la noche maullando más de lo normal e interfiere en tu descanso, puede que esté intentando decirte algo.

Los gatos pasan casi toda su vida durmiendo y aseándose
La última de estas curiosidades sobre los gatos podrías deducirla solo con observar atentamente a tu felino durante varios días.
Porque ya sabrás que hay dos cosas a las que los gatos son especialmente aficionados: asearse y dormir. Pero quizás no te hayas parado a calcular cuánto tiempo pasan realmente haciendo cada una de ellas…
En dormir, un gato puede invertir hasta 15 horas al día o, lo que es lo mismo, dos tercios de su tiempo de vida (te lo contamos con detalle en el artículo sobre cuántas horas duerme un gato). En cuanto al aseo, el gato le dedicará entre un 30 y un 50% de su tiempo.
El número de horas diarias dedicadas a cada una de las dos cosas dependerá de cada gato y, por supuesto, no todos los días serán iguales. Pero la conclusión es clara: excluyendo el tiempo que pasa durmiendo y limpiándose, a tu gato le queda un 10-20% de su vida.