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Acariciar a un perro: guía completa para relacionarte con tu perro sin incomodarlo (y sin gruñidos ni mordiscos)
Acariciar a un perro es seguramente una de las actividades más placenteras y relajantes que existen. Las caricias, si se dan de forma respetuosa y con cuidado, son muy agradables e incluso terapéuticas -más adelante te hablaremos de esto- tanto para la persona como para el perro que las recibe.
¿Por qué decimos que acariciar a un perro ha de hacerse de forma respetuosa y cuidadosa? El perro es el mejor amigo del hombre, de eso no cabe duda, pero cada can tiene su propia naturaleza y no todos están siempre receptivos a las caricias o las disfrutan de igual manera.
También es importante tener presente que un perro no es un juguete. Incluso el más cariñoso y dispuesto de los canes sigue siendo un ser vivo, con sus manías, preferencias y, sobre todo, con una forma de comunicarse muy diferente de la nuestra.

Por todos estos motivos, es muy importante tener claro cómo se debe acariciar a un perro de forma correcta. Es decir, saber cómo acercarse al can sin asustarlo ni incomodarlo e identificar cuáles son las zonas del cuerpo en las que las caricias son bien recibidas y en cuáles, en cambio, el perro las tolera, pero quizás no las disfruta.
En este artículo te traemos una guía completa y sencilla que te ayudará a entender cómo acariciar a un perro y todo lo que debes saber para relacionarte con él de forma sana, placentera y amistosa para los dos. ¡Sigue leyendo!

Dónde acariciar a un perro: todo lo que debes saber
Tener claro dónde les gusta a los perros que los acaricien es la mejor forma de asegurarte de que la experiencia sea agradable para los dos.
Hay zonas del cuerpo que son un éxito asegurado con la inmensa mayoría de los perros y, de la misma forma, hay otras que casi siempre generan más tensión e incomodidad que otra cosa.
Dónde SÍ puedes acariciar a un perro:
- Detrás de las orejas: a casi todos los perros les encantan las caricias suaves en esa zona y, sobre todo, que se la rasquen y masajeen.
- El pecho: solemos ignorar esta zona al acariciar a un perro y en realidad es una de las preferidas por ellos. ¡Pruébalo!
- La tripa: seguro que muchas veces has visto a tu perro o a otros canes ponerse panza arriba para pedir caricias, ¿verdad? Tocar a un perro en la tripa siempre funciona bien, pero cuidado: es una posición de gran vulnerabilidad para ellos, así que normalmente es necesario tener mucha confianza con el animal. No es aconsejable con perros desconocidos.
- El cuello y la barbilla: esta zona puede ser complicada si el perro se está moviendo continuamente y, al igual que sucede con la tripa, es recomendable intentarlo solo si tienes confianza con el animal, para evitar sustos. Si tu perro te deja, ¡ni lo dudes!
Cada perro tiene sus propias preferencias, pero casi todos disfrutan de las caricias en ciertas zonas del cuerpo. De la misma forma, hay otras partes que generalmente suelen estar vedadas.

Dónde NO deberías acariciar a un perro:
- En la espalda, en especial cerca del cuello.
- Patas.
- Cola.
- Pies y almohadillas.
- Parte superior del hocico.
- Cabeza.
- En todas partes al mismo tiempo: los abrazos son muy agradables para nosotros, pero los perros los viven como una invasión de su espacio que los avasalla y les impide huir. Es mejor que los evites.
Como te decíamos en el apartado anterior, cada perro es un mundo y puede tener sus propias manías. Estas indicaciones funcionarán con la mayor parte de los canes, desde luego, pero la de dónde les gusta a los perros que los acaricien no es una ciencia exacta.
Lo más importante es, por lo tanto, conocer al perro o, si no, tantearlo poco a poco. Hay perros que sienten un placer extremo con las caricias, independientemente de la parte del cuerpo en la que las reciban, mientras que otros peludos rehúyen el contacto físico. Es decir, quizás a tu perro, en concreto, le encante que le acaricies el lomo, pero no que le rasques la tripa.
Acariciar a un perro es una experiencia compartida que las dos partes debéis disfrutar. Así pues, nunca deberías tocarlo ni manipularlo de alguna forma que le haga sentirse incómodo.
Incluso aunque tu perro no haga nada, estarías provocándole un estado de ansiedad que no le haría ningún bien. En el peor de los casos, podrías llevarte algún gruñido e incluso un mordisco de advertencia.
Por cierto: si lo que tienes es un felino, no te pierdas nuestro artículo sobre dónde acariciar a un gato.
Los abrazos son muy agradables para las personas, pero invasivos y agobiantes para los perros. Es mejor evitarlos, y mucho más con perros desconocidos.

¿A los perros les gusta que les acaricien la cabeza?
Acariciar la cabeza de un perro es un gesto muy habitual, y merece una mención especial porque también es uno de los más desagradables e incómodos para ellos.
Las caricias en la cabeza deberían evitarse siempre. Solo son aceptables cuando sea el propio perro el que las pida, agachándose o poniendo su cabeza en tu mano.
El motivo es que tocarle la cabeza a un perro es percibido por el animal como un acto de dominación muy directo y agresivo. Algunos perros son por naturaleza más sumisos que otros y podrían tolerarlo mejor o incluso aceptarlo de buen grado, pero la sumisión es algo que el perro debería ofrecer por voluntad propia (si lo desea), no algo a lo que se le deba forzar.
Al igual que sucede con los abrazos, de los que ya hemos hablado, las caricias en la cabeza son un buen ejemplo de una práctica que perros y humanos interpretamos de forma muy diferente.
En este tipo de situaciones es importante recordar, en resumen, que los perros son muy diferentes de nosotros. Lo que para ti es un gesto inocente o agradable, no tiene por qué serlo también para él.
(Por cierto, te recomendamos echarles un vistazo a estas 100 bonitas frases de perros y dueños con las que emocionarte pensando en tu relación con tu mejor amigo).

Señales de incomodidad en los perros: cuando su lenguaje corporal te indica que pares
Acariciar a un perro suele ser muy agradable, pero en ocasiones sucede que el animal no está muy receptivo. Puede ser que no le estés tocando correctamente, que no te conozca o que en ese momento no desee contacto físico.
Sea cual sea el motivo, si un perro no se está sintiendo cómodo con tus atenciones, su lenguaje corporal lo dejará claro.
No nos referimos necesariamente a gruñidos o mordiscos (eso puede llegar después, si el perro llega a sentirse muy mal), sino a una serie de señales más o menos sutiles que es muy recomendable saber identificar para no causarle estrés al animal y evitar sustos.
Antes de llegar a gruñir o morder, un perro emite una serie de señales de incomodidad muy claras. Es importante conocerlas y saber interpretarlas.

Las señales de incomodidad en los perros más habituales que deberías conocer son las siguientes:
- Bostezos continuados.
- Lamerse los labios con insistencia.
- Babeo excesivo.
- Cuerpo rígido.
- Apartar la cabeza.
- Ojos en forma de medialuna.
- El perro vigila con atención todos tus movimientos o los de tus manos…
- … pero no te sostiene la mirada.
- Pelo erizado.
- Cola entre las piernas o rígida.

¿Cómo acariciar a un perro para que se relaje?
Acariciar a tu perro puede servir no solo para disfrutar y estrechar lazos, sino también para relajarlo y ayudarle a liberar tensiones en los momentos de mayor ansiedad y nerviosismo.
Pero cuidado: cuando tu perro está no nervioso, sino asustado, acariciarlo puede no ser la mejor idea. Por ejemplo, si tu perro tiene miedo a los cohetes o por otro motivo y te pones a acariciarlo sin que te lo pida, podrías estar reforzando en su mente la idea de que pasa algo malo.
Un perro asustado también podría adoptar una actitud defensiva y mostrarse reacio al contacto, incluso al de su propio dueño (repasa de nuevo las señales de incomodidad del apartado anterior). Si es así, lo mejor será respetar su deseo.
Las caricias o un pequeño masaje pueden servir para tranquilizar a un perro nervioso. Pero pueden no ser la mejor idea con un perro que se sienta asustado.

Pero sí, las caricias pueden ser una forma genial (y muy placentera) de relajar a un perro nervioso. Para conseguirlo, es mejor que evites las cosquillas, las palmadas y, en general, las caricias vigorosas que podrían excitar aún más al perro. Utiliza solo tus manos, no cepillos ni peines.
Convierte las caricias en masajes suaves, con movimientos rítmicos que recorran poco a poco las partes de su cuerpo con las que más disfrute. Intenta que se tumbe sobre una superficie blanda (una alfombra o toalla, el sofá, etc.) y hunde profundamente las manos en su pelo, siguiendo siempre la dirección en la que crece.
Si tu perro está disfrutando del masaje, comprobarás que se queda inmóvil -pero con el cuerpo relajado, no tenso- y puede que incluso cierre los ojos. ¡Una gozada!

¿Es malo acariciar mucho a los perros?
No, no hay nada de malo en acariciar a tu perro tanto como ambos queráis. Las caricias son muy beneficiosas para ambos, estrechan vuestros vínculos y, por supuesto ¡son muy agradables!
Acariciar mucho a un perro no tiene nada que ver con consentirlo en exceso o tratarlo como si fuera un niño (vistiéndolo, llevándolo en un carrito…), costumbres que sí deberías evitar.
El contacto físico es natural en los perros: lo disfrutan y también lo practican entre ellos. Siempre y cuando respetes las preferencias y los posibles límites de tu perro, puedes acariciarlo tanto como te apetezca.
(Por cierto, si tu perro es un recién llegado, quizás te interese consultar nuestra guía: cómo enseñar a un cachorro a hacer sus necesidades en la calle).

Cómo acercarse a un perro desconocido
Si te gusta acariciar a los perros, seguro que quieres hacerlo no solo con el tuyo, sino con todos los que te encuentras por la calle. 😉
Es normal, pero, como ya hemos señalado varias veces a lo largo de este artículo, hay que entender que no todos los perros son iguales. Muchos disfrutan con el contacto físico y se acercan enseguida en cualquier persona, pero otros son más retraídos y no toleran las caricias si no tienen suficiente confianza.

Tocar sin más a un perro desconocido es arriesgado: podría alterarse, escapar o, lo que es peor, reaccionar de forma agresiva. Para hacerlo correctamente, te recomendamos seguir estos pasos:
- Pregunta al dueño del perro. Él podrá indicarte si su perro tolera o no el contacto con desconocidos. Además, algunos dueños podrían no querer que otras personas toquen a su perro, por muy sociable que este pueda ser.
- No te quedes mirándolo fijamente. El perro podría interpretarlo como un desafío o una señal de amenaza.
- Acércate despacio y por un lateral. Aproxímate al perro poco a poco y preferentemente desde un lateral. Acercarte de frente podría ser demasiado agresivo, mientras que por la espalda podrías sobresaltarlo.
- Ofrécele las manos y deja que te huela. En lugar de tocarlo directamente, enséñale las palmas de las manos y deja que sea él quien se acerque, si quiere, y las huela.
- Tócalo suavemente en una zona segura. Si el perro te acepta y no muestra señales de incomodidad, puedes empezar a acariciarlo poco a poco en el lomo o alrededor del cuello.

Beneficios de acariciar a un perro
Tal y como te contamos en nuestro artículo de curiosidades sobre los perros, acariciar a un perro no solo resulta placentero, sino que además te alarga la vida… ¡Literalmente!
Los estudios científicos lo han confirmado: acariciar a tu perro, incluso aunque solo sea durante unos pocos minutos, aporta importantes beneficios para la salud. Destacan tres:
- Disminuye el estrés y la ansiedad. Acariciar al perro durante unos diez minutos reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés en el cuerpo de los dos.
- Mejora la salud cardíaca. Pasar tiempo en compañía de tu mascota también hace que descienda tu presión arterial; de hecho, existen estudios a largo plazo que demuestran que las personas que viven con un perro tienen menor riesgo de morir de un infarto.
- Reduce el riesgo de depresión. Al acariciar a tu perro aumenta la producción de oxitocina, y junto con ella tu cerebro segrega también serotonina y dopamina. Son, en conjunto, las hormonas que se encargan de que mantengas un buen estado de ánimo.
En general, compartir tu vida con una mascota es una de las maneras más efectivas de mantener a ralla la tristeza y las preocupaciones. Ese es el motivo por el que las terapias con animales, que han demostrado ser muy útiles, son cada vez más comunes.

¿Por qué mi perro me lame las manos cuando lo acaricio?
El lamido de los perros puede tener diferentes significados en función del contexto. Muchas personas lo interpretan como algo equivalente a un beso, pero un perro puede lamer no solo por afecto, sino también para apaciguar, por sumisión o simplemente por llamar la atención.
En cualquier caso, que un perro te lama las manos mientras lo acaricias es una señal positiva: el animal está mostrando el vínculo que le une contigo.

Los perros aprenden desde pequeños a asociar el lamido a estímulos positivos muy fuertes (la alimentación y atenciones de su madre), por lo que ese comportamiento se fija rápidamente en ellos y se mantiene durante toda su vida como una forma de mostrar, casi siempre, una mezcla de afecto, respeto y sumisión.
Hay que señalar que no todos los perros lamen con la misma frecuencia. Es decir: que tu perro te lama las manos mientras lo acaricias es una señal positiva (siempre y cuando no hablemos de un comportamiento compulsivo), pero que no lo haga no es necesariamente algo negativo.

¿Por qué mi perro me gruñe cuando lo acaricio?
Cuando un perro gruñe al acariciarlo, te está indicando que se siente muy incómodo o que algo va mal. El gruñido es un aviso que puede preceder a un marcado con los dientes e incluso a un mordisco en toda regla. En ese punto lo mejor es dejar de acariciarlo y estudiar la situación.
Para saber por qué tu perro gruñe al acariciarlo, hay dos preguntas que debes hacerte:
- ¿Tu perro siempre ha sido más bien arisco, poco aficionado al contacto físico? ¿O, por el contrario, es un perro muy sociable y el gruñido al acariciarlo es un cambio repentino en su comportamiento?
- ¿En qué contexto ha gruñido el perro? ¿Qué estaba haciendo y de qué forma le has tocado?
Las respuestas a estas dos preguntas, combinadas, te ayudarán a entender si el gruñido ha sido algo puntual o si, por el contrario, tu perro tiene algún problema.

Un perro mal socializado, poco acostumbrado al contacto físico o al que no le guste que le toquen sin duda podría gruñir al ser acariciado. Puedes sospechar que ese es el problema si es un perro al que no conoces o que acabas de adoptar: tal vez no esté acostumbrado o no quiera ser tocado.
Si es un perro bien socializado y que nunca ha rehuido el contacto físico, deberás buscar otras explicaciones. Puede que le hayas acariciado mientras estaba comiendo y haya pensado que querías quitarle el plato, o quizás le hayas tocado de forma inapropiada (abrazándolo, por ejemplo) o en un sito en el que siente dolor.
Hay muchos motivos por los que un perro puede empezar a gruñir y evitar el contacto de la noche a la mañana. Estos son algunos ejemplos típicos:
- Sucede algo que le provoca ansiedad.
- Padece una enfermedad.
- Está lesionado.
- Ha vivido una experiencia traumática.
- Se está haciendo viejo y está más irritable.
En el caso de que el problema se repita y no encuentres ninguna explicación evidente para los gruñidos del perro al ser acariciado, lo más recomendable será que lo lleves al veterinario para descartar cualquier posible problema de salud. Si el perro está sano, busca el asesoramiento de un experto en comportamiento canino.