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Todo lo que debes saber sobre la epilepsia en perros
La epilepsia en perros es uno de los trastornos de tipo neurológico que con más frecuencia sufren estos animales. Se trata de una enfermedad crónica, y por lo tanto sin cura, pero es importante conocerla y saber manejarla para que tu mascota goce de una buena calidad de vida.
El síntoma más característico e identificable de la epilepsia en perros es, sin duda, las convulsiones, que son fruto de una actividad anormal en el cerebro.
En este artículo vamos a darte toda la información que necesitas conocer sobre la epilepsia canina para ayudar a tu mejor amigo si en algún momento desarrolla esta enfermedad: tipos, síntomas, las diversas causas que pueden provocar su aparición y mucho más. ¡Sigue leyendo!

¿Qué es la epilepsia en perros?
La epilepsia en perros es, como decíamos, un trastorno neurológico que provoca episodios de convulsiones a los que nos referimos como ataques epilépticos. Estos ataques son causados por una actividad eléctrica anormal en las neuronas del perro.
Los ataques epilépticos no son dolorosos, pero pueden resultar muy desagradables y desconcertantes para el animal. A menudo el perro se mostrará nervioso, confundido, asustado e incluso agresivo tanto al comienzo como al final de una crisis epiléptica.

Hablamos de comienzo y final porque en los ataques epilépticos en perros suele ser posible identificar cuatro fases claramente diferenciadas:
- Pródromo: puede empezar horas o incluso días antes del ataque epiléptico propiamente dicho. Es posible notar cambios de comportamiento más o menos sutiles: aumento de la vocalización o la salivación, inquietud, ansiedad, apego excesivo hacia el cuidador, etc. No todos los perros pasan por esta fase.
- Preictus o aura: es la fase inmediatamente anterior al ataque epiléptico. El perro muestra cambios claros en su comportamiento, con un aumento del miedo o la agresividad.
- Ictus o fase ictal: es el ataque epiléptico en sí. El perro sufrirá convulsiones -movimientos musculares involuntarios- que pueden ser parciales o generalizadas. La duración del ataque puede ir desde unos instantes hasta varios minutos.
- Postictus: durante la fase posterior a la crisis el cerebro aún no se ha recuperado del todo, por lo que el perro aún presentará síntomas clínicos residuales como descoordinación (ataxia), ansiedad, nerviosismo, cansancio anormal o problemas de orientación.
Ten en cuenta, en cualquier caso, que no siempre podrás identificar con claridad todas estas fases, ya que en muchas ocasiones las convulsiones se dan cuando el perro está dormido.
Las crisis epilépticas suelen tener cuatro fases, pero no siempre podrás identificarlas con claridad. En ocasiones no hay pródromo y otras veces las convulsiones suceden mientras el perro está dormido.

Tipos de epilepsia en perros
Podemos distinguir entre dos tipos de epilepsia canina, dependiendo de cuáles sean las causas del trastorno:
- Epilepsia idiopática en perros: es un tipo de epilepsia en la que no existe ningún problema estructural en el cerebro identificado como causa. Puede ser de origen desconocido o tener un componente genético confirmado o probable (en este caso se la relaciona con un gen presente en muchas razas -border collie, boyero de Berna, dálmata, golden retriever, husky, poodle…- en las que la prevalencia de la epilepsia es elevada).
- Epilepsia estructural en perros: este tipo de epilepsia está causada por alguna patología intracraneal. Las causas pueden ser muy diversas: de tipo vascular, inflamatorio, infeccioso (virus del moquillo en perros o de la rabia, por ejemplo), metabólico, traumático, etc.

¿Cuáles son las causas de la epilepsia canina?
Las causas subyacentes de las crisis epilépticas en perros pueden ser extracraneales o intracraneales:
- Entre las causas extracraneales podemos encontrar desórdenes metabólicos (hipoglucemia, por ejemplo) o intoxicaciones (carbamatos, estricnina…).
- Las causas intracraneales son las que provocan la epilepsia idiopática y la epilepsia estructural, que hemos mencionado en el apartado anterior.
Hay que tener en cuenta, de todos modos, que en muchos casos no es posible hallar la causa de la epilepsia.

Epilepsia en perros: los síntomas más frecuentes
El síntoma que define la epilepsia en perros son las convulsiones, que en la mayor parte de los casos se producirán cada vez con mayor frecuencia con el paso de los años. En un ataque epiléptico el perro puede salivar en exceso, vomitar, defecar u orinar sin control y, en algunos casos, incluso perder completamente la consciencia.
El síntoma clave de la epilepsia son las convulsiones: movimientos involuntarios todo el cuerpo o de algunas partes que pueden venir acompañados de hipersalivación, vómitos, defecación o incluso pérdida de consciencia.

Las crisis epilépticas, durante las que se producen las convulsiones, pueden ser de dos clases: focales o generalizas.
- Crisis epilépticas focales. Son crisis que tienen su origen en una zona específica de uno de los dos hemisferios cerebrales. Presentan síntomas motores (contracciones faciales repetidas, movimientos bruscos de la cabeza, parpadeos, espasmos…), autonómicos (micción, defecación, hipersalivación…) y de comportamiento (ansiedad, nerviosismo, miedo o agresividad).
- Crisis epilépticas generalizadas. En este tipo de crisis epilépticas ambos hemisferios cerebrales están afectados. Pueden aparecer de forma primaria o de forma secundaria a una crisis focal. Hay varios tipos, dependiendo de los síntomas: tónicas, clónicas, mioclónicas y atónicas.
También pueden producirse crisis epilépticas focales que evolucionan a crisis generalizadas: son aquellas que empiezan en una región del cerebro y acaban extendiéndose a ambos hemisferios. Estas son las crisis más frecuentes en la epilepsia en perros y presentan signos motores, autonómicos y de comportamiento.

¿Puede un perro morir por las convulsiones de un ataque epiléptico?
Aunque no es frecuente, los ataques epilépticos pueden llegar a ser fatales para un perro. Si los ataques se suceden de forma incontrolada o las convulsiones continúan durante más de 5 minutos, el perro podría encontrarse en grave riesgo. Además, las convulsiones pueden provocar daños cerebrales y secuelas permanentes: ataxia, hiperactividad, ceguera…
Lo más probable, en cualquier caso, es que el perro sobreviva a los ataques de convulsiones, pero, ante la primera señal de la epilepsia en perros es fundamental acudir al veterinario y seguir el tratamiento que este indique. Incluso aunque normalmente la epilepsia canina no sea mortal, no hay que olvidar que los ataques causan mucho sufrimiento y ansiedad al perro.
No es habitual que un perro muera durante una crisis epiléptica, pero puede suceder, especialmente cuando las convulsiones se prolongan más allá de los 5 minutos. También hay que tener en cuenta que las crisis pueden dejar secuelas permanentes.

Aunque el perro ya esté en tratamiento, si en algún momento sufre un ataque epiléptico con convulsiones que dure más de 5 minutos, deberás llevarlo al veterinario urgentemente.
A nivel general, se considera que la epilepsia canina tiene un claro impacto en la esperanza de vida de un perro. Los peludos que sufren este trastorno viven entre 2 y 3 años menos, de media, que los perros sanos.

Tratamiento para la epilepsia en perros
Una vez confirmado el diagnóstico de epilepsia, tu veterinario te indicará cuál es el tratamiento más indicado para tu perro.
Es importante entender que la epilepsia en perros en muchos casos no tiene cura (salvo que exista una causa subyacente que se pueda tratar), por lo que el objetivo del tratamiento será siempre mantener controlados los ataques y reducir la frecuencia y la intensidad de las convulsiones para mejorar la calidad y esperanza de vida del perro.

La epilepsia en perros es, pues, una enfermedad crónica y el perro deberá continuar tomando fármacos antiepilépticos durante toda su vida. Estos medicamentos suelen tener ciertos efectos secundarios (la somnolencia es el más habitual, pero también nerviosismo, ataxia, poliuria, polidipsia, etc.) que normalmente aparecen al principio del tratamiento y se atenúan o desaparecen completamente en pocas semanas
Hay que señalar, por último, que no se conocen remedios ni tratamientos caseros para la epilepsia en perros. Frente a las convulsiones y los demás problemas que conlleva este trastorno, la única alternativa es el tratamiento que establezca tu veterinario.
La epilepsia es una enfermedad crónica: el perro deberá tomar fármacos antiepilépticos durante toda su vida para mantener las convulsiones bajo control. No existen remedios caseros.

¿Qué hacer cuando a un perro le da un ataque epiléptico?
Para cuidar adecuadamente de un perro con epilepsia es importante tener claro cómo actuar en los momentos clave, es decir, cuando se produce una crisis.
No hay forma de prevenir ni cortar las convulsiones, pero sí puedes intentar que tu perro esté lo más cómodo y seguro posible. Para ello, te recomendamos seguir estos pasos:
- Lo primero de todo es, por supuesto, conservar la calma. Ver a tu perro sufriendo un ataque epiléptico puede ser muy angustioso, lo sabemos, pero piensa que las convulsiones se irán tal y como han llegado. En ese momento tu perro necesita tu ayuda y compañía.
- Cuando empiece el ataque es recomendable que saques fuera de la habitación a los niños y a los demás animales, si los hay.
- Si es posible, reduce la iluminación de la estancia al mínimo y acuesta a tu perro sobre una superficie mullida (cojines, una colchoneta…) para que no se haga daño por las convulsiones.

- No dejes al perro solo: mantente a su lado durante todo el ataque y cógelo con suavidad si ves que en algún momento puede caerse al suelo o golpearse contra alguna superficie dura.
- Es recomendable que cronometres el ataque epiléptico, ya que, como hemos visto antes, los ataques con una duración superior a los 5 minutos pueden llegar a ser mortales. Si crees el ataque se sale de lo normal por su duración o cualquier otro motivo, no te lo pienses: lleva rápidamente a tu perro a un veterinario de urgencia.
- Cuando el ataque concluya, ten paciencia y déjale espacio a tu perro. Se sentirá ansioso, exhausto y muy confuso, por lo que probablemente necesitará un tiempo para recuperarse.